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Libreta de campo de la primera excursión

Foto01 de la primera excursión al nacimiento del r�o Guadalmedina

Foto: Joel Gomes

Por la mañana la zona de Sierra Camarolos aparecía cubierta. Una boina de nubes cubría los picos más al oeste e incluso a esa hora, parecía que el día podía haber acabado en lluvia. Pero el sol tenia otra cosa pensada y desde primera hora se encargo en la tarea de disipar aquel pasajero aspecto otoñal del paisaje.

Llegamos a los pies de la sierra, donde domina la serie de retamas, jaras, candileras, lavandas y aulagas. En esta zona la perdida de suelo se hace bastante evidente y los efectos del pastoreo abusivo han conformado un paisaje vegetal en el que dominan las especies adaptadas a condiciones extremas de aridez y sequedad. Sólo las bolinas, que conforman tapices densos y redondeados nos dan una idea de que estamos en una zona donde el frío del invierno se deja sentir con fuerza al menos durante una parte importante del año. Aquí los trigueros, lavanderas, cogujadas son la nota predominante. Todas ellas especies de aves adaptadas a espacios abiertos y a zonas donde el la dominancia es del matorral bajo. Un par de tarabillas macho se han acercado al grupo y a los lejos en el aire puedo divisar un nutrido bando de aviones roqueros. Estamos en el termomediterraeno…. Al fondo las bandas de chovas planean por los cortados de la sierra, pero esas “alturas” aun nos quedan lejos.

Conforme ascendemos y nos acercamos al bosque que forman el coscojal y encinar van apareciendo los primeros majuelos, el suelo se empieza a alfombrar con gramíneas que junto con las jaras forman pequeños tapices que sirven de guardería a las coscojas. La vegetación se empeña en volver a ocupar el sitio que le arrebataron, y lo hace lentamente, pero con una tenacidad a prueba de bombas. En esta época del año el suelo debería estar tapizado de verde , sobre todo de geófitos que empiezan su ciclo anual después de las primeras lluvias, pero el agua que ha caído este año ha sido insuficiente para arrancar el letargo de los bulbos y sólo percibimos en el suelo algunos pequeños ejemplares de asfódelos o las largas varas de las cebollas albarranas de cuando en cuando. Estamos en los dominios de las insectívoras: tarabillas por casi cualquier rama, currucas cabecinegras, alguna rabilarga (la escucho cantar pero me resulta imposible saber donde anda) y comienzan a aparecer los primeros colirrojos. Mientras les cuento a mis compañeros de salida campestre cosas sobre coscojas, un cernícalo nos sorprende con sus habilidades y me demuestra una vez mas, que una imagen en el campo, vale mucho más que mil palabras.

Poco a poco el estrato degradado de matorral va desapareciendo y el bosque de encinas empieza a mostrarnos todo su vigor. Estamos a unos 1000 metros de altura y la dominancia ya es absoluta de las quercineas (encinas) y todo su bosquete asociado. Enfrente, Sierra Prieta nos muestra el bosquete de encina, majuelo y quejigo y a los bordes del cauce seco del Guadalmedina empiezan a aparecer los durillos, las hiedras que cuelgan de las heridas de las rocas , la rosa canina y los aladiernos. El suelo tiene una buena capa orgánica y el cambio de altura y orientación de la ladera hacen que la disponibilidad de agua sea mayor, así que se empiezan a generalizar los majuelos y en esta zona el matorral que acompaña al bosque es mas pujante y presenta un verde mas lozano. Sin embargo, sigue habiendo pistas por todo el bosque de la falta de lluvias : hay mucha menor cantidad de plantas como el ombligo de venus, o los candilitos, de ciclo anual que deberían estar tapizando el campo y las rocas y solo aparecen concentradas en lugares muy concretos. Después de la primera pendiente fuerte llegamos a la nava de los pilones. Ante nosotros el inmenso cortado calizo de Camarolos nos da la bienvenida. A la derecha , las condiciones de humedad y orientación crean el hábitat ideal para un bosque húmedo de quercíneas, sobre todo encinas y quejigos que cubren como una manta verde la cara norte de Sierra Prieta. Estamos a unos 1.100 metros y lo que nos encontramos es un bosque mas propio de condiciones del norte de España. El territorio, plegándose y elevándose crea condiciones más propias de otras latitudes, aquí en el sur y la vegetación hace el resto de la puesta en escena de esta simulación de “otros paisajes”. No hemos necesitado ni siquiera una hora de camino para llegar al norte vegetal. Dentro del bosque las hiedras, los durillos, la zarzaparrilla crean un decorado que nos rememora climas tropicales, la humedad llena de musgo y líquenes los troncos de los árboles y el suelo ha adquirido una coloración marrón negruzca que pone de relieve la riqueza orgánica del mismo. También aquí notamos la falta de humedad de este año : hay poco musgo en el suelo , prácticamente ningún helecho (ni de ciclo anual ni de ciclo largo) y los líquenes de los troncos están completamente secos. En esta zona el dominio es de los colirrojos, los petirrojos que llegaron del norte hace meses, las chovas , alguna bisbita pratense en la nava, bandos de bisbitas comunes entre las que veo alguna campestre, muchos mirlos, más de uno capiblanco y zorzales que salen despavoridos al paso de la comitiva (comunes y alirrojos). Eso si, sobre nosotros ya han pasado un nutrido grupo de buitres camino de los muladares de la zona de Campillos y Antequera.

Seguimos caminando y atravesamos el prado de gramíneas de la nava. En esta zona la característica más relevante es la ausencia de arbolado. Eso y que la pradera, que constituye un colchón encharcado de donde el agua se filtra poco a poco al cauce del río, esta completamente seca, tanto que aun siendo noviembre queda una importante cantidad de cardo seco entre los espadones de la hierba. Al final de la nava aparecen los primeros arrendajos que huyen hacia el bosque de quejigos, donde aun están aprovechando las bellotas que quedan en el suelo. Pinzones comunes, reales, mitos, carboneros garrapinos, bisbitas, acentor, colirrojos, petirrojos, zorzales… todo el vallecito esta lleno de pájaros, algunos de los cuales nos siguen para cazar los pequeños saltamontes e insectos que levantamos a nuestro paso. Tiene gracia, a sus ojos, somos casi como ganado o al menos, tenemos el mismo efecto.

Estamos llegando casi a los 1.200 metros y ante nosotros, al final de la nava se nos presenta la subida al cerro. Desde abajo es fácil ver como en torno a los 1.300 metros de altura los árboles desaparecen de golpe. A esa altura las condiciones de frío del invierno son extremas y solo algunos quejigos aislados se resisten a darse por vencidos. Conforme ascendemos la vegetación cambia de forma radical. Las ultimas plantas se refugian en los huecos que horada el agua en la roca caliza, y las que se exponen a la intemperie empiezan a presentar adaptaciones al frío extremo : pelosidades abundantes, hojas gruesas que forman matas compactas, formas redondeadas y almohadilladas para retener el agua y el calor…. estamos en pleno clima alpino. Al llegar a las rocas ya solo el durillo y alguna enredadera escondida en la roca nos recuerda los paisajes vegetales por los que hemos pasado. A 1.400 metros de altura ya hemos recorrido en un par de horas el paisaje vegetal que transiciona desde el clima semi-desertico a las cumbres donde el frío es la principal restricción. Resulta increíble tal cantidad de diversidad en tan poco espacio. Resulta increíble como la vida ha respondido a la diversidad del territorio adaptándose a cada pequeño cambio de las variables de las que depende. Y como esa vida es también capaz de cambiar las condiciones para adaptarlas a sus necesidades. Cuanta emergencia por todos lados.

Volvemos por el prado donde serpea un regato pequeño y seco que un poco mas abajo tendrá nombre y se llamará Guadalmedina (aunque no lleve agua). Me quedo con otras dos observaciones : la falta de agua en el sur este año empieza a ser preocupante, sobre todo porque se añada a otros tres años previos con lluvias escasas. Y el bosque, incluso en zonas que ha resistido hasta ahora bien esa escasez lo esta empezando a notar. Las praderas que almacenan durante el verano el agua del deshielo y la vierten poco a poco al cauce del río, también estan secas y eso no es muy normal. Mientras pienso esto atravieso una mar de colores verdes, amarillos, marrones y rojos que me hacen pensar en el destrozo que podemos llegar a hacer si es cierto que estas condiciones raras son en parte, responsabilidad nuestra. Segunda reflexión : no ha habido ninguna baja. Como la cosa siga así , el nivel de las excursiones con mi amigo José María y alumnos nos va llevar un año al Himalaya…. en fin, todo se andará.